¿Por qué el planeta está en llamas? ¿Por qué arde como nunca y en lugares que pensábamos a salvo de los incendios forestales, como el Círculo Polar Ártico?.
Estas son las preguntas que nos hacemos en WWF y en este análisis detallamos las causas, como el abandono rural; los agravantes, como el cambio climático; e incluso nuestra huella como consumidores en las grandes selvas del mundo.
La actual emergencia climática que está atravesando el planeta, con récords de temperatura que se superan cada año, sequías persistentes, olas de calor prolongadas y baja humedad, está provocando una crisis incendiaria jamás vista.
Aunque el cambio climático no es el origen de los incendios, lo que hace es modificar las condiciones de propagación de las llamas provocando que los incendios sean más virulentos y vayan más rápido, además de alargar el periodo de riesgo a sufrirlos.
Por otro lado, estamos viviendo episodios en lugares donde nunca se habían visto incendios de estas características. Casos como los del Círculo Polar Ártico de este verano o los de Australia de 2019 son ejemplos claros en los que las condiciones climáticas han desempeñado un papel decisivo en su propagación.
El planeta en llamas
La campaña de incendios de WWF de este año, presentada en junio, denuncia que tenemos “El planeta en llamas”, una triste realidad global que se ha comprobado en los últimos meses con los devastadores incendios del Círculo Polar Ártico, la Amazonia o California y Oregón, cuyo humo llegó incluso al Norte de Europa.
España no escapa a este efecto y, lamentablemente, el riesgo de sufrir oleadas de incendios extremadamente impactantes va en aumento, ya que la cuenca mediterránea es la región de Europa más afectadas por el cambio climático.
Y si a esto se le suma el fuerte despoblamiento, el cese de las actividades tradicionales (tanto agrarias como forestales), la ausencia generalizada de gestión y de planificación territorial, en un futuro próximo asistiremos a un número cada vez mayor de incendios de comportamiento explosivo y extremo que se propagarán a gran velocidad y que, probablemente, no se puedan abordar con la capacidad de extinción.
Los datos del Ministerio para la Transición Ecológica señalan que hasta el 18 de octubre se han registrado 7.301 siniestros, un 33% menos que la media de la década, pero 17 de ellos han sido Grandes Incendios Forestales (GIF, donde arden 500 o más hectáreas), una cifra que sigue siendo muy elevada.
Entre ellos destacan el de Almonaster La Real (Huelva, 14.000 hectáreas) y el de Cabezuela del Valle (Cáceres, 4.000 ha) pues solo en estos dos siniestros ha ardido una cuarta parte de la superficie total afectada en 2020. También se han producido otros episodios difíciles de gestionar, como los seis GIF casi simultáneos en Galicia el pasado septiembre que arrasaron más de 7.000 hectáreas.
Orientaciones estratégicas para la gestión de incendios forestales
Desde WWF insistimos en que el momento de actuar es ahora, porque el cambio climático ha venido para quedarse y, a pesar de que nos enfrentamos a un gran desafío, cada vez hay más conocimiento y herramientas que se pueden adoptar para evitar graves consecuencias. Y si seguimos pensando a escala planetaria, urge luchar contra el cambio climático global y poner freno a la deforestación y degradación de los bosques en los trópicos.
Solo en 2019 se perdieron 11,9 millones de hectáreas de bosque tropical en todo el mundo, el equivalente a casi una cuarta parte de la superficie total de España, y un 51% de esa deforestación se debe a la expansión agrícola. Lugares que eran bosques se destruyen, muchas veces a través del fuego, para generar pastos para el ganado o cultivar soja, palma aceitera, cacao, café y otros productos.
Fuente: Diana Colomina / WWF, Ambientum
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